lunes, 28 de abril de 2008

Alucinaciones por fiebre de heno

Hoy me siento muy, pero muy mal. Definitivamente los treinta caen durisimo. Los contrastes entre la época de primera juventud y esta de “realización” dejan mucho que desear. Por ejemplo: Antes los números de marcado rápido en mi celular eran los de mis amigos. Ahora son los de mi otorrino, alergólogo y dentista.

Amanecí con alergia. Ojos rojos, un torrente de fluido nasal transparente e incontrolable y estornudos “en salva”, mi record han sido once de un jalón.

¿A qué soy alérgica? Aun no lo sé, pues la prueba incluye millones de reactivos que van del polvo al polen y del trabajo a los pendejos.

Es increíble, toda mi vida presumí de ser muy fuerte; nunca he estado en un quirófano y mi enfermedad más rara fue una escarlatina tropical que me permitió 40 días de vacaciones, aislada de hermanos y escuela, que fueron una delicia a los 8 años.

Soy una hipersensible de toda la vida, pero nunca había sido tan literal como en esta temporada primaveral. Sufro alucinaciones parecidas a la de los trabajadores de las plantaciones de principios de siglo. Los campesinos se veían expuestos a una gran cantidad de pólenes en la época de recolección. Sumado a que sus condiciones de vida y alimentación no eran las mejores estos catarros se convertían en una de las causas de muerte más frecuentes.

Afortunadamente, nací en la era del confort, practico atletismo y como bien. La situación es que me sigo sientiendo de la fregada, a pesar de los chochos, remedios caseros y consejos sobre mudarme a una ciudad con menos radicales libres.

¿Qué me está pasando? Mi única respuesta a este bioterrorismo es la posible exposición al peor alérgeno cotidiano: La estupidez humana. Mi sistema inmunológico esta roto. La picazón de la nariz es muy intensa, remedos de estornudo, aparecen uno tras otro sin interrupción. Sin embargo, se que sobreviviré a esta rinitis alérgica como le llama mi otorrinolaringólogo. Pero me parece más poético confesar que mi vista nublada y la explosión nasal son provocadas por un catarro de rosas o fiebre de heno.

No me fue tan bien en la carrera pues entré en 28´ 16”. Casi un minuto más de mi mejor tiempo en cinco mil metros. Pero la experiencia de correr en la pista del hipódromo fue muy divertida, aunque no mejoré tiempo, llegué en 11 lugar de mi categoría.

2 comentarios:

Juan Evers dijo...

La onda es vivir en Pachuca!
O Mérida, eso es el paraíso!
O Morelia, que es a donde iré a morir!
¡que bella es Morelia!

América Gutiérrez dijo...

Vamonos a Mérida. El fin de semana me comí unos salbutes y unos panuchos de cochinita que me hicieron pensar que realmente es el mejor lugar de la tierra para comer, vivir y amar (cuanta miel, chaaaaaaaaaale). Bueno aunque también están muchas partes de Chiapas, Veracruz, Oaxaca, de plano me late estar al sur de la frontera al oeste del sol. Gracias por echar ojo al espacio de la "Gutti".