viernes, 18 de enero de 2008

Soñe...






¿Y cómo es que sigue tan delgado?
Fumo mucho, y como casi solamente carne, queso y licor.
Si funciona para Keith Richards, de los Rolling Stones,
debería funcionar para mí.
Anthony Bourdain




El timbre suena. Llego de un salto al pasillo, debajo de la puerta hay un sobre con matasellos de correo express, la cara de Frank Sinatra está llena de tinta chorreada y en la otra estampilla hay una resplandeciente águila calva. Muevo la carta con la punta del pie y la levanto a contraluz. No hay remitente visible, solo mi nombre y dirección. Rompo el sobre y saco una hoja común y corriente, sin membretes de ningún tipo. La carta está en un español chistoso:

Dear América

En México se come la mejor comida del mundo, i like el pozole y el menudo…

Los mexicanos, ecuatorianos, peruanos y demás latinos, son el power de la comida de los güeros, el chef que sale a saludar, solo es la piña…

Me aseguré de investigar que is NOT vegetarian…

La redacción es extraña pero entretenida, sigo leyendo-bla, bla, bla… Llego al final y encuentro que me ofrece trabajo temporal, sustituir unos meses a su productora. Que la paga es buena y que de la de comida y los viajes ni hablar.

Firma: Anthony Bourdain.

Justo ahí, me despierto.

Sueño guajiro, por ahora disfruto su serie de televisión – No Reservations- , también me ha dolido la panza de tanta risa al leer sus libros: Confesiones de un Chef (Kitchen Confidencial) y En busca de la comida perfecta (A cook´s tour: In search of the perfect meal).

Soy mala cocinera, pero sigo intentándolo.

Lo mejor de este sueño fue recordar el gusto de aquella cena del 31 de diciembre de 2006 en Brasserie Les Halles en el bajo Manhattan. Bonne Année 2008 !

jueves, 17 de enero de 2008


Quiero patentar un color...

Yves Klein, lo hizo en 1960. IKB: International Klein Blue.

Me asombra la delicada manera de prolongar su etapa azul.

Freaky search



Me he descubierto una extraña afición: Después de escuchar una noticia por la radio o leer algo en el periódico, siento la necesidad de buscar fotos de personas que han muerto, no importa la causa. Pueden ser accidentados, suicidas o por enfermedad. Lo importante es conocer su rostro antes de la sorpresa de la muerte.

miércoles, 16 de enero de 2008

Hoy definitivamente tengo algo que decir.


En los años previos a los temibles treinta llegó a mis manos el primer libro de Haruki Murakami, Tokio Blues, Norwegian Wood, no sé si esto fue bueno o malo (tengo cierta obsesión por los procesos de creación como un parto, qué pasa tu primera vez, cómo es el camino, las frustraciones y los aciertos) lo que si es cierto, es que influyó en mi para convertirme en su asidua lectora, después vino Sputnik mi amor, Al sur de la frontera, al oeste del sol y recientemente Kafka en la orilla. Estoy consiente de que lo más sano es separar al autor y las condiciones de la escritura del valor de la obra literaria, la mayoría de las veces me dejo llevar por el sentimiento y la identificación. Eso fue lo que sucedió con Tokio Blues, recordé mi infancia y adolescencia, aunque lo que estaba leyendo sucedía del otro lado el mundo, la universalidad de Murakami es algo comparable al sentimiento que me provoca una película de Abbas Kiarostami o Wong Kar Wai. Creo que he vuelto mis ojos a oriente, hay algo que logra un continuo de paz en sus manifestaciones artísticas.

Algunos críticos, clasifican a este autor como un manipulador de sentimientos y a la novela como una especie de “educación sentimental” (se siente la ironía). Sin embargo creo que estos “altos lectores” (critucus impedidus talentus) olvidan que una buena narrativa no se abarata por haber alcanzado buenas ventas entre la población femenina del mundo (en México, sus ventas son como la de todos los libros, escasas).

Tokio Blues, es una novela previsible, sabes que va a pasar; a pesar de eso Murakami huye de lo pretencioso. ¿Un tema trillado? (pregúntenle Shakespeare de dónde sacó sus argumentos), lleno de personajes que todos conocemos, familia, amigos de la escuela, vecinos y fantasmas. Esta novela ejerce una fascinación difícil de explicar hasta haberla leído. No subestima al lector, al contrario lo deja explorar en bajos fondos, es una tragicomedia urbana. Los recuerdos y la memoria juegan un papel fundamental, hay cosas que nunca fueron como la recordamos y viceversa.

Creo que en el afán de encontrar respuestas en la hipermodernidad (imagino que una categoría así de chacala le sigue a la posmodernidad) el lector -entendido como sujeto receptivo- da por hecho que una buena lectura se acerca más lo indescifrable y lo ajeno; mientras que lo conmovedor se transforma en frívolo por tener un argumento sencillo. Alguien (entiéndase un afamado editor) me clasificó alguna vez como una lectora entusiasta, no sé si fue sarcástico, pero de que me gusta leer, me gusta y no por eso dejo de ser exigente.


La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido.

Jorge Luis Borges