jueves, 21 de agosto de 2008

Disparo y luego averiguo…

Hace cien años, un día como hoy nació uno de mis fotógrafos favoritos: Henri Cartier-Bresson (varias de sus fotos han servido para adornar este blog)
Bresson decía que su cámara no atrapaba imágenes sino instantes decisivos (título de uno de sus libros) libres, corrientes y quizás hasta comunes. Visitó la india (muerte de Ghandi), China (El inicio de la República Popular China) cubrió escenarios de la segunda guerra mundial, puso a cuadro muchos recovecos de Francia y también pasó por México.
Las imágenes de de nuestro país son poderosas y desastrosas al mismo tiempo, son intensas y conmovedoras. Captó el lado oscuro de México con gracia y economía de medios. Podría seguir buscando adjetivos, pero la finalidad de esta entrada es celebrar la elocuencia que tuvo en el momento de hacer clic frente a un acto cualquiera.



“Para dotar al mundo de significado, hay que sentirse implicado con lo que se recorta en el visor. Esta actitud exige concentración, sensibilidad, sentido de la geometría. A la sencillez de expresión se llega por una economía de medios y, sobre todo, por el olvido de uno mismo”. Henri Cartier-Bresson

miércoles, 20 de agosto de 2008

Tripolar

Reconozco que soy una persona de carácter dificil pero parejo. Es desconcertantante relacionarte con gente que en cuestión de minutos pasa del saludo con sonrisa a la rabia. Aun no puedo creer mi reacción de sosiego ante tal explosión desequilibrada y neurótica (hace escasas dos horas)

Conociéndome y si esto hubiera pasado unos años atrás quizás habría estallado, utilizando todo tipo de insultos, ofensas y escarnios habidos y por haber en mi vocabulario.

Sé que hay un trastorno de personalidad llamado bipolaridad (lo cual está respaldado con estudios serios y hay pacientes que se la pasan muy mal) pero lo que sucedió, queda en la clasificación de pen... dencieros arranques de impotencia, de nulo control sobre ti mismo. A estos "arranques" he decidido llamarles:Tripolaridad cotidiana.

Pero no todo es malo, podríamos considerarlo un entrenamiento de alto rendimiento para el espíritu.

Pasos a seguir para lidiar con un “tripolar” y convertir el desafío en el camino hacia la iluminación.

Deja de hable, eso lo desesperará y mejorará tu concentración.
Manten la calma mientras notas como los ojos del tripolar se salen de sus orbitas al no obtener la respuesta que esperaba.
Dale la razón (que no es lo mismo que darle el avión) esto lo llevará al límite y lo dejas con una opción: desistir.
Respira profundo, asiente y si puedes hasta sonríe (en algunos casos será considerado una afrenta, en otros solo sacará de onda al frenético tripolar)
Elimina los problemas de tu mente (analiza si lo que te gritonean vale la pena: Recuerda si no hay muertos ni heridos… No es grave)
Si es persistente, aplica la Homero Simpson (bla, bla, bla… o bloqueo efectivo) La meditación conciente pone su enfoque en las emociones negativas con el fin de eliminarlas, si puedes hacer esto estás del otro lado.

Como seres humanos compartimos una especie de karma colectivo, sin embargo, el karma individual no es igual para todos, algunas personas son más afortunadas que otras. Pero esto no es obra de la casualidad, neta que cuesta y bastante. Después de mucho pensarle creo que el motivo principal de todos los pensamientos negativos es la ignorancia (entiendase como tinieblas y oscuridad, aquello que no te deja ver más allá) la cosa es asumir que uno está en el mismo camino, pero en otra dirección.

Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio. Gandhi

martes, 19 de agosto de 2008

Santas madres mexicanas

No sé si fue ayer o el domingo, que publicaron el menú de Michael Phelps, ganador de 8 medallas de oro (personalmente soy fan de Rafael Nadal aunque solo haya ganado una. Ups… me traicionó el subconciente, mejor retomo la idea inicial) esa descomunal comilona provocó una plática con mi hermana (la nutrióloga) me hizo pensar en la manera en la que el público mexicano promedio, procesa una información como esta.

Menú de un campeón (gringo, que entrena más de 6 horas diarias, no trabaja 8 horas, tiene masajista, doctor y patrocinadores de por vida)

Para empezar el día de tres bocadillos de huevo frito con ensalada, mayonesa y cebolla frita, tortilla de cinco huevos, supertazón de cereales, tres tostadas con azúcar y tres pasteles de chocolate. A la hora de la comida se empaca medio kilo de pasta y dos sandwiches grandes de jamón y queso con mayonesa, bebidas energéticas y en la noche se cena otro medio kilo de pasta, pizza y refresco de cola.

¡Once mil calorias!

Gritaba mi hermana en el teléfono, es una irresponsabilidad publicar eso en un país como este.

Lo que pasó por mi cabeza fue la estampa de una madre de familia mexicana, lunes por la mañana (primer día de clases de los chamacos) sirviendo en la mesa del comedor medio kilo de huevos estrellados, con ensalada que sobró del kentuky del domingo, harto chocokrispis con leche entera y tres tamalitos de dulce con atole de cajeta. Y un pambazo para el recreo.

La emocionada madre despierta a su retoño para avisarle que el desayuno que cambiará su vida está servido. Pepito aun con lagañas y el uniforme a medio abrochar se sienta a la mesa y no se levanta hasta dejar todos los platos rechinado de limpios.

Mientras guisa un spaguetti con salsa manchamantel, la madre mexicana se traslada a los escenarios olímpicos y a comerciales de marcas deportivas que protagonizará su primogénito.Pero ¡Oh! decepción, Pepito se ha convertido en un niño obeso, la abnegada madre mexicana olvidó que las clases de educación física semanales no eran suficientes para convertirlo en un atleta de alto rendimiento y que los domingos de fut llanero con su papá no contaban como deporte.

lunes, 18 de agosto de 2008

Cruzar la línea

Más allá de todo lo que significa haber cruzado la meta de esta carrera (son sentimientos abrumadores, soy llorona aunque no parezca) quiero dedicar este espacio a todos los que se levantaron temprano y apoyaron a quién corrió esta prueba. Familiares, amigos y transeuntes que acompañaron a los competidores en la salida, trayecto y arribo a la meta (estoy segura de que también se echaron sus buenos kilómetros a lo largo de la ruta) formaron una de las piezas más bonitas de este recorrido.

Gracias a la señora que se puso a cortar naranjas y a repartirlas a la altura del KM 35, a los niños que le alcanzaban dulces y chocolates a corredores con semblante descompuesto, a las familias enteras que te gritaban “ya llegaste” “falta poco” “un kilómetro más” sin conocerte.

Fue un buen día para correr, el caprichoso clima de esta capital tuvo clemencia de los Fílipides mexicanos.
Y sucedió…

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