Nos levantamos muy temprano, había que supervisar la limpieza de las aulas. Tomamos la carretera libre a San Cristóbal, la utopista no pasa por estos poblados. Mi papá se detuvo en Nachig y compró una canasta de duraznos para el camino.
Llegamos a la primera escuela, los niños rodearon el coche. Mientras mi papá trabajaba, mamá y yo observábamos a los niños.
Los niños de un lado, la niñas de otro. No quise alterar el paisaje.