martes, 28 de abril de 2009

Manera sencillísima de destruir una ciudad


Suelta un rumor en la ciudad aborrecida.
Busca en los peores temores de una población que olvida su historia.
Ocúltate detrás de un tapabocas.
Échale la culpa a los puercos.
Utiliza muchas cifras, porcentajes y terminología médica.
Especula con medicamentos, alimentos e información.
Cierra las escuelas, los templos y desgracia mayor: Los cines.

No fue necesaria la flecha, ni el arco y mucho menos la nube petrificada.

El resto no merece comentario.

Homenaje a Cortazar, escrito un día soleado en el que aparentemente no sucede nada.