viernes, 31 de octubre de 2008

Todo es ocasión de reunirse

Sobra decir que la muerte es la protagonista, al menos estos días. En Chiapas no había “jalowin”. Celebrar a tus muertos era parecido a la cena de navidad, con dulces, flores y harto pan. La familia se reunía en torno a las tumbas de los bisabuelos, la noche se convertía en día con cientos de cirios y velas que iluminaban los andadores.

Días antes de Todosanto (2 de noviembre) hacíamos la ofrenda en casa de mi tio Omar, primero para la abuelita Florida y años después para el abuelito Antonio. De niña me daba miedo pasar las noches en el panteón del pueblo. Luego crecí y me di cuenta de lo especial que resultaba compartir una noche con las personas que tanto extraño, pensar que una vez al año de alguna forma regresaban, sin intención de ser vistos, ni escuchados. Sencillamente pasaban a cenar, a recoger sus pasos.

Pasó el tiempo y dejé el pueblo, pero cargué con mis ritos. Cada año sin importar el lugar donde estuviera, ponía mi ofrenda y como no tenía fotos de ellos, ponía sus nombres en calaveritas de azucar, para que evitar que se perdieran.

Pan de muerto, cempasúchil, ron, cigarros y a veces sonidos de marimba. En el 2005 tuve que agregar platanitos fritos, los favoritos de la abuelita América.

Esta vez habrá otro visitante. Abuelito Arturo ya están listos los tamales. La noche del 2 de noviembre se va a poner buena la fiesta, de mi cuenta corre que la mesa esté puesta.

Autonecrología VI

El mediodía en la calle, atropellando ángeles,
violento, desgarbado;
gentes envenenadas lentamente
por el trabajo, el aire, los motores;
árboles empeñados en recoger su sombra,
ríos domesticados, panteones y jardines
transmitiendo programas musicales.
¿Cuál hormiga soy yo de estas que piso?
¿qué palabras en vuelo me levantan?

"Lo mejor de la escuela es el recreo",
dice Judit, y pienso:
¿cuándo la vida me dará un recreo?
¡Carajo! Estoy cansado. Necesito
morirme siquiera una semana.

Jaime Sabines

miércoles, 29 de octubre de 2008

Contrabando y traición

Ayer por la mañana leí: Tráfico ilegal de tortillas hechas a mano.

Sin embargo, la nota era menos interesante de lo que había imaginado (recuerden mi debilidad por las series y películas acerca de la mafia)

Resulta que en un pueblito de Jalisco, el gobierno municipal determinó que las tortillas elaboradas con la técnica del aplauso, no cumplen con las normas de higiene establecidas y además son competencia desleal de las que son producidas en tortillerías.

Lo curioso es que hasta operativo hubo.
Resultado: Varios kilos de masa de maíz, algunas bolsas con tortillas y 3 comales aun calientes.

Lo primero que pensé, después de reírme un rato, es que seguramente el primo, hermano o sobrino del Presidente Municipal acaba de invertir un dinerito en montar una tortillería y consideraba algo incomodo que los habitantes del pueblo, arraigados a la tradición y al sabor prefirieran las tortillas del mercado que las de su nuevo y flamante establecimiento (no lo sé de cierto… pero me parece)

Ojalá las mujeres del Frente por el Derecho a Hacer Tortillas a Mano, superen la vida clandestina que han comenzado. Aunque pensandolo bien… ¿Cuánto estarían dispuestos a pagar por un kilo de tortilla matamaridos como se les conoce en el sur del país?

Eso me recuerda que, la prohibición provoca el aumento en el deseo de consumo. ¿Aparecerá una “Al Capone” del nixtamal?