Durante mis años de adolescencia y juventud, no fui fanática de la cerveza. Extraño, pues las primeras experiencias con alcohol, suceden con esta económica bebida. Tomar una "chela" era algo más bien ajeno, tenía ciertos prejuicios, entre ellos se encontraban el sabor amargo y el aumento de las dimensiones estomacales al ingerirla. Poco a poco y debido a visitar dos lugares en los que una cerveza es más común que el agua comencé a desarrollar un gusto especial por esta mezcla de cereales malteados y lúpulo. Todo comenzó en Monterrey, cuando hicimos los programas de historia de Nuevo León. Una de las paradas obligadas fue la antigua Cervecería Cuauhtémoc, esa ladrillada fortaleza que además de ofrecer un recorrido por los procesos de elaboración, tiene un interesante Jardín de la Cerveza donde todo el día es un OctoBeer Fest con grifos de Carta Blanca a presión gratuita (aun dicen que solo puedes formarte tres veces, pero, muchos sobrepasaron la cuota sin problemas). Yo como que le hice el fuchi a la Carta Blanca pues la consideraba una marca de menor calidad, sin embargo aquí en el norte es una de las cervezas más valoradas y vaya que me la hizo tomar una persona confiable (gracias Eva, si no la hubieras tomado tú quiza no la habría probado).
El segundo lugar que me hizo reconsiderar este elixir fue Bélgica, vaya algarabía que agarré durante mi luna de miel con la Mort Subite Kriek. Cuando entramos esa taberna cerca del centro de Bruselas, Luis pidió como siempre una cerveza oscura muy parecida a la Guiness y yo le pedí al cantinero, me sirviera una cerveza que intuyera me gustaría; con la única condición de que fuera de producción nacional. Y apareció sobre la barra de madera una copa redonda y transparente que permitía admirar las burbujas de un líquido rosa, con aroma a cereza. Tomé uno, después pedí otro más y cuando ya me estaban sirviendo el tercer trago, levanté mi copa y brindé diciendo: Esta es la mejor cerveza que he probado en la vida, es mi favorita de ahora en adelante. Él me vio con ternura y me dijo, es una lástima que solo podamos conseguirla aquí. A lo que contesté: Ya tenemos más pretextos para regresar.
La buena noticia es que una querida amiga que vive en Bélgica, viene a México y le mandó a todos los amigos un mail en el que nos avisaba las fechas de su visita y que le enviáramos nuestra lista de encargos. Por supuesto que lo primero que le pedí para mí, fueron unas botellitas de mi preciada cerecerveza y para Luis unos chocolates.
PD. Queridos Sophie y Raúl, espero que puedan traer por lo menos una. El texto no es presión, solo he respirado demasido lúpulo en Monterrey. Me da gusto saber que los veré pronto.
PD2. La cerveza es una bebida que se caracteriza por su elevado contenido de antioxidantes y esta constituía por agua un 85% aproximadamente, por lo que un consumo moderado después de la actividad física es útil para permitir una mejor rehidratación y recuperación del esfuerzo atlético.