Joan Miró era contador, cuando trabajaba en la droguería Dalmau y Oliveres no pudo soportar el trabajo contable; sufrió una crisis nerviosa que determinó su verdadera vocación: La pintura.
Uno de los cuadros que más se aleja de lo que comunmente conocemos como el estilo de Miró es Naturaleza muerta con zapatos viejos, pintado en 1937.
Miró emplea esa violencia y agresividad de colores por única vez. Se permite un descanso de su estilo: Las famosas Constelaciones.
Después de hacer por mucho años lo que le gustaba, Miró se sintió estancado y dijo: ¡Quiero asesinar la pintura!
Como se vió en la imposibilidad de matarla, se propuso por lo menos superarla. La insatisfacción, curiosidad y su afán de llegar más allá, lo llevaron a experimentar en cuantas técnicas y materiales existieran.
Esta reflexión sobre Miró me hace verlo con envidia, quiero emularlo. Asesinar el cine y la literatura. Ser valiente y retarme a mi misma, trabajar duro y no tenerle miedo a la creación (con los riesgos que conlleva)
Estoy triste, hoy esperaba cambiar el rumbo. Los resultados no fueron los que yo esperaba. Sin embargo hay un plan B y me esforzaré por realizarlo. Siempre es bueno tener un plan B o por lo menos un kit de emergencia que nos permita flotar en una inundación lagrimal o soportar una despresurización emocional.
El próximo año lo volveré a intentar. Eso de la adjudicación de becas es tan relativo; lo cierto es que no tengo lana para pagarme un Master (al menos no el que quiero) ni modo: Cést la vie.