La vida toma caminos extraños, algunos recorridos son por una decisión consciente y en otros somos impulsados por la marea de la circunstancia.
Hoy recordé como era hace 10 años, había mucha ingenuidad y fantasías. Luego llegó el desencanto. A los 30, recuperé a mi manera el factor sorpresa (vivo intensamente mis alegrías y sufro tremendamente las decepciones) sigo siendo igual de necia y anhelante, pero la serenidad me hace transitar por caminos menos tortuosos.
Sigo pensando que los finales de cada cuento no los escribe el destino manifiesto, dioses despiadados o un oráculo que advierte las desgracias.
Cómo en el libro de Calvino, muchos son los comienzos. Pero las opciones de tramas y desenlaces son infinitas. Solo hay que estar alertas. Hacer que corra viento a favor, recuperar fuerzas, estar cerca de los amigos, comprometerte con algo.
Cuando las grandes dudas me asaltan (cómo qué le preguntarías a Dios si te concediera tres respuestas o de qué hablarías si tuvieras una plática con vida inteligente de otros planetas) Formo parte del universo como una nube. Hago un vuelo ligero e inadvertido; aunque en días de tormenta, libere inesperada penumbra, pesadez e ironía.
Hay muchas cosas del pasado que me hacen sonreír genuinamente (y otras como peinados, vestuario y malas compañías de los que no habría que dejar vestigio) pero me da más gusto saber que la mejor parte una está por venir.
PD. Mi querido Diablo, me hace feliz saber que eres mi amigo (con todo lo que eso implica) y que podemos hablar como si nos hubiéramos visto ayer.
PD2. La road movie se pone cada vez más interesante.
Hoy recordé como era hace 10 años, había mucha ingenuidad y fantasías. Luego llegó el desencanto. A los 30, recuperé a mi manera el factor sorpresa (vivo intensamente mis alegrías y sufro tremendamente las decepciones) sigo siendo igual de necia y anhelante, pero la serenidad me hace transitar por caminos menos tortuosos.
Sigo pensando que los finales de cada cuento no los escribe el destino manifiesto, dioses despiadados o un oráculo que advierte las desgracias.
Cómo en el libro de Calvino, muchos son los comienzos. Pero las opciones de tramas y desenlaces son infinitas. Solo hay que estar alertas. Hacer que corra viento a favor, recuperar fuerzas, estar cerca de los amigos, comprometerte con algo.
Cuando las grandes dudas me asaltan (cómo qué le preguntarías a Dios si te concediera tres respuestas o de qué hablarías si tuvieras una plática con vida inteligente de otros planetas) Formo parte del universo como una nube. Hago un vuelo ligero e inadvertido; aunque en días de tormenta, libere inesperada penumbra, pesadez e ironía.
Hay muchas cosas del pasado que me hacen sonreír genuinamente (y otras como peinados, vestuario y malas compañías de los que no habría que dejar vestigio) pero me da más gusto saber que la mejor parte una está por venir.
PD. Mi querido Diablo, me hace feliz saber que eres mi amigo (con todo lo que eso implica) y que podemos hablar como si nos hubiéramos visto ayer.
PD2. La road movie se pone cada vez más interesante.
PD3. El título de esta entrada lo tomé prestado de una de las novelas contemporáneas menos predecibles y más emocionantes que he leído en mi vida (por cierto, es el primer libro que mordisqueó el Burton, cuando era un cachorro de 8 meses) Italo Calvino es otro autor gracias al cual, he podido librarme del exceso de equipaje en este viaje.