La corredora recreativa, con 10 kilómetros tras ella, aflojaba las piernas, recuperaba el aliento y observaba lo que sucedía a su alrededor mientras sus músculos se alegraban por regresar a su posición original.
Mientras caminaba, una escena llamó su atención, una niña de escasos dos años, corría tras una ardilla. Al verla recordó su infancia.
Dos corredores distraidos en su plática, se acercaban a toda velocidad sin notar la pequeña presencia. La corredora recreativa, vio venir el desastre:
-La niña corría en zigzag.
-Los corredores no bajaban el ritmo.
-La corredora recreativa buscaba con la mirada a la madre, hermano o lo que fuera cuidando a la pequeña.
- La niña estaba a punto de alcanzar la cola de una ardilla.
-Los corredores reían sin mirar al frente.
-La corredora recreativa cargó a la niña.
-Los corredores pasaron sin darse cuenta de nada.
-La corredora recreativa, no pudo mantener el equilibrio y se recargó en un árbol de dura corteza.
-La madre de la niña agradeció el gesto y se la llevó en brazos.
-La corredora recreativa sacó corteza seca del raspón provocado por la hazaña, pensó que a pesar del calor, debió haber llevado pants.
Sangre en las rodillas, mezclada con polvo y pasto, es algo cotidiano en la infancia.
La corredora recreativa duda, quizá debió permitir que la niña perseguidora de ardillas, tuviera sus propios recuerdos.
Grafitti: Os gemeos.