El 20 de mayo de hace dos años pisé por primera vez la mítica House of Blues en San Diego, CA. Este es un aniversario de concierto, de cuando la música, la compañía y los lugares hacen que el espíritu crezca.
Richard pasó por nosotros al aeropuerto de Los Ángeles. La ruta estaba definida, ese mismo día visitaríamos al buen amigo Adolfo (güero de rancho de los altos de Jalisco que adopta perfectamente el acento inglés y pa´ acabarla se parece muchísimo a James Hetfield vocalista de Metallica, hasta autógrafos ha dado) en el Pacific Dining Car donde devoré unos Banana-Pecan Pancakes & Meat acompañados de una deliciosa mimosa (jugo de naranja con champagne...Cuanto caché).
Por la tarde quedamos con Gino (el querido Eugene, siempre de buen humor y con miles de proyectos, novias y ocupaciones) para cenar en un lugarcito de Pasadena donde se come mejor comida hindú que en la india y el encargado de la cocina es mexicano. La velada fue muy alegre a pesar de la lluvia torrencial que se dejo caer por esa zona del gabacho.
Al día siguiente ya estábamos listos para recorrer las 125 millas entre Los Ángeles y San Diego. A media tarde tomamos la Autopista Interestatal No. 5 (eso sonó a título de rola, ¡ups! pero es sobre otra autopista) el Pacífico nos acompañó durante gran parte del camino. Al atardecer ya estábamos al sur de California y al oeste de sol.
La bahía de San Diego lucía un semblante prometedor, la noche había caído y el rock murmuraba su aparición. Nos acercamos a la taquilla, Luis y Richard recogieron los boletos. Yo bobeaba observando la decoración de la entrada (chiapaneca impresionable ¡eh!) pero eso no era nada, el interior era un galerón lleno de
graffitis, instalaciones, cuadros y firmas. Una barra al fondo y al costado, en la que Rick ya estaba socializando con una rubia. Luis y yo nos quedamos a la mitad del lugar.
Abrió David Ford. Un músico que va grabando secuencia con diversos instrumentos y construye una canción sobre el escenario, es una especie de hombre orquesta posmoderno. La música fue entretenida, pero ya queríamos ver a GOMEZ.
Los primeros acordes en vivo de esta banda inglesa, nos pusieron la piel chinita. Percusiones y cuerdas en momentos inesperados (no sé mucho de música, pero realmente me gustan) que los aleja del brit pop y los coloca en un equilibrado rock alternativo que tiene muchas texturas gracias a que hay tres vocalistas, que de acuerdo a la rola salen al quite (mi favorito es Ben Ottewell, con esa voz aguardentosa me hace chillar, es como una mezcla entre las voces de Tom Waits y Leonard Cohen)
El concierto duró más de dos horas, bebimos, cantamos y tratamos de quedarnos con la
play list (un chavito salió de la nada, estiró la mano y el ingeniero de sonido asintió. Antes de poder decir algo, el chico se había llevado la lista de canciones de aquella noche)
Tomamos carretera en la madrugada. Veníamos tarareando el coro de alguna canción.
Luis. Gracias por el descubrimiento musical.
Rick. Gracias por manejar de ida y vuelta a San Diego.
Adolfo. Eres un ejemplo para los mexicanos en los United.
Gino. Eres un sibarita, gracias por compartirlo.