domingo, 10 de febrero de 2013

La vi y me gustó


Es raro, ahora todo se sube al caralibro o se “twittea”, a más de un año sin escribir en mi bien amado blog; creo que el año de la serpiente es el momento para recuperar un poco de espacio perdido (no me laten los horóscopos, ni hago que me lean las runas; pero no está de más depositar mis cábalas en un ciclo más viejo y chidito que el aburrido calendario gregoriano)

Fui a ver una pelí, otra vez como en los viejos tiempos, primero era algo para trabajo, luego ya no, igual vale la pena hablar de ella, sobre todo va muy bien con este mes donde cosa amorosa abruma. Titulo original: Silver Linings Playbook, con la mala decisión de llamarla “Los juegos del destino” 

Cuando vi que era una película de alguien tan temperamental y disparejo como David O. Russell, no lo vi venir, imaginé que sería un bichito personal dentro de la colección bizarra de su filmografía; solo basta recordar la extraña hazaña visual de “Tres Reyes” (Three Kings) que no tienen nada que ver con el lacrimógeno éxito de “El peleador” (The Fighter) Si, de entrada aclaro, aunque excéntrica, sigue siendo una comedia romántica. Durante la primera secuencia Bradley Cooper (es un guapo, ni como negarlo) genera cierta inquietud por el tono, poco a poco se defiende con diálogos inteligentemente escritos. 

Con un estilo de austera composición pero con un ojo preciso para presentar a cada uno de sus personajes; el director transforma una simple comedia sentimental en una puesta en escena extravagante y con la dosis exacta de humor negro.El casting que normalmente formaría parte de un típico “chick flick” (clasificación que agrupa películas para féminas hormonales llenas de clichés románticos) pero gracias a su guión resulta bastante entretenida.Como dato de cultura general me enteré de que la película es una adaptación de la novela "Silver Linings Playbook" de Matthew Quick; un argumento extraído de la vivencia cotidiana, de vidas aparentemente simples que de pronto se ven envueltas en situaciones complejas. 

Bradley Cooper y Jennifer Lawrence son los protagonistas y te invitan a no comprar los boletos, su presencia en el poster predispone a un posible licuado de “Qué pasó ayer” y “ Los juegos del hambre”. Y que me quedo callada, pues muestran un considerable talento actoral que los libera de cualquier sombra taquillera. Todo el casting crece con cada escena, en especial Robert de Niro que me encanta como padre ludópata que deposita todas su esperanzas en la posición de unos controles remotos y Chris Tucker una especie de Sancho Panza bajo prescripción de ansiolíticos.

Digamos que la historia se mantiene en un ir y venir de episodios divertidos, bizarros y absurdos, quizá por eso resulta un acercamiento espontáneo a la bipolaridad; aunque a ratos resulte inevitablemente predecible por cuestiones de guión y tono. 
No les voy a poner la sinopsis, para eso chequen la cartelera de su preferencia. Con música de Danny Elfman y una fotografía discreta pero efectiva no pasará a la historia como una gran aportación al leguaje cinematográfico pero cumple su objetivo el de entretener de manera inteligente y exigiéndole al espectador promedio reírse un poco de sus desgracias.

Aunque mantiene casi en su totalidad un tono irónico casi de tragicomedia, con sarcasmos y verdades brutales; hacia la segunda mitad nos encontramos con un melodrama que riega un poco la melcocha. 

Lo que más me gustó: Pensar que diría Hemingway sobre la declaración personal del director acerca de uno de sus libros y la vida. 

El dialogo que aplicaría en mi vida diaria: “Pedí Raisin Bran para dejar en claro que esto, no es una cita” 

Personaje con grado de identificación personal: Con el chavito que quiere grabar los "episodios bipolares del vecino" en su teléfono celular.

Secuencia favorita: La del concurso de baile, la mezcla musical es lo mejor. 

Mood para verla: El más ligero posible, podríamos decir que puedes vivir sin haberla visto. Pero si te tomas el tiempo, no te claves en la textura.