Me duele la panzaaaaaaa. Ayer me comí una deliciosa lasaña de mariscos que está causando estragos en mi sistema digestivo. Ya tomé té, leí el periódico para olvidarme un poco del dolor y las nauseas. El tecito me alivió, pero las noticias revolvieron mi estómago de nuevo.
No tenia muchas ganas de escribir pero en vista de las entripadas circunstancias opto por algo ligero. Anoche vi la versión mexicana del reality gringo Biggest Loser. No tenía ganas de nada, la indigestión ya estaba presente y control de la TV disponible.
La versión mexicana se llama ¿Cuánto quieres perder? Esta vez, sí compraron la licencia a la cadena NBC, pues decidieron hacer un producto de mayor “calidad”. La cosa es que aunque tengan el manual de producción, la ejecución da como resultado un programa aburrido y degradante. Con una mala elección de protagonistas y la ex novia de Cuauhtémoc Blanco como conductora. La curvilínea ( ella también debería entrarle al reto) Galilea entiende por suspenso instalar durante toda la emisión cara de preocupada, hacer largos silencios y hasta las menciones comerciales las hace en forma tediosa. Los concursantes no son muy brillantes. Hay uno que llamó particularmente mi atención, pues carga un conejo para todos lados y dizque habla con los animales (que triste)
En la versión norteamericana se maneja el drama consistentemente, hacen que te identifiques con los personajes por las historias de vida y no solo por el sobrepeso. Si bien es cierto, no tiene nada de loable resolver llevar una vida sana, por una lana de por medio. Lo económico es un incentivo poderoso, lo acepto (todo queremos sacarnos la lotería, aunque no compremos cachitos) Transformar tu vida, perder peso, comer bien y ser millonario no le cae mal a nadie.
Sin embargo, es una ilusión que no puede ser llevada fácilmente a la vida diaria. Catequizar a personas con sobrepeso (espectadores) diciéndoles que con la pura fuerza de voluntad van a recuperar su salud y buen estado físico es la gran excusa para vender productos light. Dicha quimera puede acarrear severas consecuencias que no veremos en horario estelar. Los que bajan de peso frente a una cámara, están en un ambiente controlado, sin las presiones del trabajo o la familia. Entrenadores, nutriólogos y chefs están al tanto de sus necesidades. Hacerlo por cuenta propia incluye pagar un médico, una nutrióloga y en ocasiones un gimnasio o un buen par de tenis que nos permitan correr gratuitamente por cualquier parque o acera. Sin patrocinadores y frases enajenantes de superación personal en cada comida, es bastante más difícil cambiar los hábitos.
PD. Intestino espacmoctizado. Forma elegante de mencionar que los retortijones aun persisten (Lo sé...desmasiada información) Tiene que acabar este fatídico día lunar, solo así superaré mis dolencias.
No tenia muchas ganas de escribir pero en vista de las entripadas circunstancias opto por algo ligero. Anoche vi la versión mexicana del reality gringo Biggest Loser. No tenía ganas de nada, la indigestión ya estaba presente y control de la TV disponible.
La versión mexicana se llama ¿Cuánto quieres perder? Esta vez, sí compraron la licencia a la cadena NBC, pues decidieron hacer un producto de mayor “calidad”. La cosa es que aunque tengan el manual de producción, la ejecución da como resultado un programa aburrido y degradante. Con una mala elección de protagonistas y la ex novia de Cuauhtémoc Blanco como conductora. La curvilínea ( ella también debería entrarle al reto) Galilea entiende por suspenso instalar durante toda la emisión cara de preocupada, hacer largos silencios y hasta las menciones comerciales las hace en forma tediosa. Los concursantes no son muy brillantes. Hay uno que llamó particularmente mi atención, pues carga un conejo para todos lados y dizque habla con los animales (que triste)
En la versión norteamericana se maneja el drama consistentemente, hacen que te identifiques con los personajes por las historias de vida y no solo por el sobrepeso. Si bien es cierto, no tiene nada de loable resolver llevar una vida sana, por una lana de por medio. Lo económico es un incentivo poderoso, lo acepto (todo queremos sacarnos la lotería, aunque no compremos cachitos) Transformar tu vida, perder peso, comer bien y ser millonario no le cae mal a nadie.
Sin embargo, es una ilusión que no puede ser llevada fácilmente a la vida diaria. Catequizar a personas con sobrepeso (espectadores) diciéndoles que con la pura fuerza de voluntad van a recuperar su salud y buen estado físico es la gran excusa para vender productos light. Dicha quimera puede acarrear severas consecuencias que no veremos en horario estelar. Los que bajan de peso frente a una cámara, están en un ambiente controlado, sin las presiones del trabajo o la familia. Entrenadores, nutriólogos y chefs están al tanto de sus necesidades. Hacerlo por cuenta propia incluye pagar un médico, una nutrióloga y en ocasiones un gimnasio o un buen par de tenis que nos permitan correr gratuitamente por cualquier parque o acera. Sin patrocinadores y frases enajenantes de superación personal en cada comida, es bastante más difícil cambiar los hábitos.
PD. Intestino espacmoctizado. Forma elegante de mencionar que los retortijones aun persisten (Lo sé...desmasiada información) Tiene que acabar este fatídico día lunar, solo así superaré mis dolencias.
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