No sé si fue ayer o el domingo, que publicaron el menú de Michael Phelps, ganador de 8 medallas de oro (personalmente soy fan de Rafael Nadal aunque solo haya ganado una. Ups… me traicionó el subconciente, mejor retomo la idea inicial) esa descomunal comilona provocó una plática con mi hermana (la nutrióloga) me hizo pensar en la manera en la que el público mexicano promedio, procesa una información como esta.
Menú de un campeón (gringo, que entrena más de 6 horas diarias, no trabaja 8 horas, tiene masajista, doctor y patrocinadores de por vida)
Para empezar el día de tres bocadillos de huevo frito con ensalada, mayonesa y cebolla frita, tortilla de cinco huevos, supertazón de cereales, tres tostadas con azúcar y tres pasteles de chocolate. A la hora de la comida se empaca medio kilo de pasta y dos sandwiches grandes de jamón y queso con mayonesa, bebidas energéticas y en la noche se cena otro medio kilo de pasta, pizza y refresco de cola.
¡Once mil calorias!
Gritaba mi hermana en el teléfono, es una irresponsabilidad publicar eso en un país como este.
Lo que pasó por mi cabeza fue la estampa de una madre de familia mexicana, lunes por la mañana (primer día de clases de los chamacos) sirviendo en la mesa del comedor medio kilo de huevos estrellados, con ensalada que sobró del kentuky del domingo, harto chocokrispis con leche entera y tres tamalitos de dulce con atole de cajeta. Y un pambazo para el recreo.
La emocionada madre despierta a su retoño para avisarle que el desayuno que cambiará su vida está servido. Pepito aun con lagañas y el uniforme a medio abrochar se sienta a la mesa y no se levanta hasta dejar todos los platos rechinado de limpios.
Mientras guisa un spaguetti con salsa manchamantel, la madre mexicana se traslada a los escenarios olímpicos y a comerciales de marcas deportivas que protagonizará su primogénito.Pero ¡Oh! decepción, Pepito se ha convertido en un niño obeso, la abnegada madre mexicana olvidó que las clases de educación física semanales no eran suficientes para convertirlo en un atleta de alto rendimiento y que los domingos de fut llanero con su papá no contaban como deporte.
Menú de un campeón (gringo, que entrena más de 6 horas diarias, no trabaja 8 horas, tiene masajista, doctor y patrocinadores de por vida)
Para empezar el día de tres bocadillos de huevo frito con ensalada, mayonesa y cebolla frita, tortilla de cinco huevos, supertazón de cereales, tres tostadas con azúcar y tres pasteles de chocolate. A la hora de la comida se empaca medio kilo de pasta y dos sandwiches grandes de jamón y queso con mayonesa, bebidas energéticas y en la noche se cena otro medio kilo de pasta, pizza y refresco de cola.
¡Once mil calorias!
Gritaba mi hermana en el teléfono, es una irresponsabilidad publicar eso en un país como este.
Lo que pasó por mi cabeza fue la estampa de una madre de familia mexicana, lunes por la mañana (primer día de clases de los chamacos) sirviendo en la mesa del comedor medio kilo de huevos estrellados, con ensalada que sobró del kentuky del domingo, harto chocokrispis con leche entera y tres tamalitos de dulce con atole de cajeta. Y un pambazo para el recreo.
La emocionada madre despierta a su retoño para avisarle que el desayuno que cambiará su vida está servido. Pepito aun con lagañas y el uniforme a medio abrochar se sienta a la mesa y no se levanta hasta dejar todos los platos rechinado de limpios.
Mientras guisa un spaguetti con salsa manchamantel, la madre mexicana se traslada a los escenarios olímpicos y a comerciales de marcas deportivas que protagonizará su primogénito.Pero ¡Oh! decepción, Pepito se ha convertido en un niño obeso, la abnegada madre mexicana olvidó que las clases de educación física semanales no eran suficientes para convertirlo en un atleta de alto rendimiento y que los domingos de fut llanero con su papá no contaban como deporte.
4 comentarios:
jajajajaja. me he reído con tu post...
me suena familiar... mi mamá era por el estilo!!!! bendita santa madre mía...
Zocadiz, muchas mamás de nuestra generación en aras de criar hijos, grandes, fuertes e inteligentes han hecho barbaridades gastronómicas. Saludos
mmm.......creo que le das muy poco valor al sentido común de las personas; no dudo que haya casos similares....pero parece que generalizas.
Daniel Montiel.
Hola Daniel
Resulta que este episodio está inspirado en algunas madres de provincia con la que he convivido. Entre ella mis tías de Chiapas (generaciones que nacieron a finales de los años 50 y para ellas un niño gordito es sinónimo de salud) No era mi intención generalizar, ojalá te hayas divertido con la lectura. Saludos
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