lunes, 12 de mayo de 2008

Diario de Carretera Vol.1

Banksy
9 AM. Café en los Portales de Celaya

Un equipo de producción hambriento, busca una mesa para desayunar. Al atravesar el lugar se topa con un borrachito que escucha música con audífonos y saluda a los comensales efusivamente. Una cerveza a medio beber y dos vacías sobre la mesa nos hacen pensar diversos motivos para seguir tremenda briaga a esas horas de la mañana.

Hipótesis 1: El camarógrafo deduce que es un funcionario público que acostumbra beber por las mañanas, da buenas propinas y por eso lo aguantan las meseras con una paciencia de santas.

Hipótesis 2: La productora intuye que la noche anterior se fue de copas y le pusieron el pasador por dentro a las puertas de su casa. Al verse en la calle, decidió seguirla en el primer lugar que encontrara abierto. Hasta lograr el perdón de su enfurecida mujer.

Hipótesis 3: El asistente y nuestra asesora de proyecto decidieron que era un alcohólico al que habían corrido del trabajo esa misma mañana. Ahora molesta desde su mesa a los parroquianos que buscan deshacer su ayuno.

Ya iba casi a la mitad de unas deliciosas enchiladas cuando por casualidad escuché la verdadera historia:

Compadre: Que pasó, no son horas… ¡Que bárbaro!.
Borrachito: No me regañe compadre… Es que usted no sabe… Porque no se sienta y…
Compadre: Solo pasé por un café y me voy a trabajar. No puedo… Un café cortado por favor.
Borrachito: Un minuto compadre… En la funeraria… Aquí adelantito.
Compadre: No ande con cuentos. Tómese un café y a su casa.
Borrachito: Mi sobrina y mi hija, en una curva. Mi hermana les prestó el carro…Las están velando a dos cuadras, 22 y 19 años compadre… Y están muertas. Ahora si me cree, no me regañe compadre (se coloca los audífonos en los oídos y vuelve a escuchar la música a todo volumen)

El compadre se queda sin palabras y solo alcanza a darle una palmada en la espalda.

Me sentí muy mal por juzgarlo e inventar historias. Era un ser humano en shock, con un dolor en su corazón, sin saber cómo darle salida y huyendo de su terrible realidad.

Terminamos de comer, pagué la cuenta y al salir les conté a todos la situación real de ese pobre hombre. En circunstancias, eventos y comportamientos fuera de lo común siempre paro oreja por fines de contribuir a mis ficciones. Pero en ese caso juzgué despiadadamente, evité pasar frente a él por sentirme amenazada (el miedo nos lleva cometer atrocidades, si no vean que pasó después de septiembre de 2001). Me hice el firme propósito de no caer de nuevo en la trampa de los prejuicios, eso solo provoca que te conviertas en una persona terrible, en un personaje clichetero, en un individuo sin compasión. Ojalá su carga se aligere pronto.

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