viernes, 18 de abril de 2008

Mitología matutina

Eso de correr a tempranas horas, cuando la ciudad aun no termina de despertar puede provocar en cualquier sujeto algún desorden. Resulta que mi compañero de entrenamiento (ya aguantó 4 semanas no lo puedo creer) llegó con una cara somnolienta, cabizbundo y meditabajo.

-No dormí nada…

-Lo que significa que voy a correr sola como loca y te veo al final en el puesto de tacos de la entrada.

-Voy a caminar... es que ayer me eché de una sentada un libro que me echó a andar. Fue un shock, no pegué el ojo pensando en el tema.

-Era de miedo? Pregunté con inocencia…

-No, era casi pornográfico, pero muy sutil (dijo con escándalo y algo de contradicción), es sobre la relación amorosa entre un oso y una bibliotecaria. Pero el detalle de la prosa es… demasiado, tanto que no te puedo contar…

- Y no me contó, pero seguimos platicando.

Mientras caminábamos, chacaleamos sobre la simbología del oso como imagen de fuerza y terror. Discutimos un poco sobre la forma de las constelaciones (Osa mayor y osa menor, a las cuales neta nunca les he visto forma de oso) y rematamos con la mitología griega , que si el Minotauro nació de la unión de Pasífae y el toro de Creta. O el Centauro (cuerpo de caballo y toso y cabeza de humano) así hasta las sirenas y los sátiros ( todas esas relaciones de humanos transformados en animales por castigos divinos, que sin embargo mantenian la esperanza de recuperar su humanidad).

Antes de seguir mi trote por cuenta propia, le pregunté si el oso y la chica se quedaban juntos. Y como todo amor irrealizable, tuvieron que separarse. Si seguían juntos seguro desatarían la ira de los dioses (aunque en este caso hubiera sido oportuno pues recordando la secundaria, en un ataque de celos Hera convierte a la ninfa Callisto en Osa y Zeus compasivo la convirtió en un puñado de estrellas que hoy conocemos como Osa Mayor, esto de acuerdo a la Metamorfosis de Ovidio).

El libro se llama Oso y la escritora es una canadiense llamada Marian Engel que se murió en 1985. Me dió curiosidad leerlo. A ver si después me lo presta.

PD. Durante el entrenamiento, me distraje en algunas ardillas que a ratos tomaban sospechosas actitudes humanas.

2 comentarios:

zocadiz dijo...

me suena muy familiar esos entrenamientos matutinos. Solía hacerlo, salía de mañana muy temprano y yo despertaba a la ciudad.

América Gutiérrez dijo...

Es una gran experiencia correr en horarios tan especiales, en una ciudad tan bulliciosa y surrealista como la de México. Ojalá puedas encontrar el tiempo para seguir esos entrenamientos que además de ser buenos para la salud, son excelentes para el espíritu. Gracias por escribir.