Cuando era niña estaba rodeada de leyendas cómo la Carreta de San Pascualito, la Tichanila (conocida por estos rumbos como la llorona) el Sombrerón y cualquier tipo de apariciones y espantos. A los 7 vi en la tele El libro de piedra (película del mexicano Carlos Taboada) que aun me sigue causando escalofrios y provocó varías noches de insomnio.
Durante mi adolescencia, mi tía Lupita me invito al Cine Chiapas (que ya no existe) y yo, chicuela ingenua acepté creyendo que vería Karate Kid o alguna ñoñada de la época. Pero que equivocada estaba. Aquella tarde ví la película más aterradora, al menos de esa etapa de mi vida: Pesadilla en la calle del infierno (Nightmare On Elm Street) Freddy Krueger se convirtió en el protagonista de mis malos dormires (que drama, pero en su momento lo sufrí)
En general, aunque me vea ruda, las películas de terror, horror, acción sobrenatural o cómo las quieran llamar, me alteran. No me gustan los sobresaltos en pantalla y eso de luchar contra algo que tiene superfuerza, poderes extraños o vuela, que además hay que matar con balas de plata, una estaca en el corazón o de plano decapitar.
Anoche vi una de esas peliculitas en las que sabes lo que va a pasar, lo obvio sería que no me causara ningún sobresalto. Sin embargo, me quitó el sueño, con todo y lo chacala que estaba (era bastante mala y los actores pésimos) la cinta en cuestión se llama 30 días en la oscuridad, la protagoniza el soso de Josh Hartnett, a quien recordamos como el boxeador que se queda con la chica en Black Dahlia, otra que está mi top ten de las peliculas prescindibles, es muy aburrida con perdón de Brian de Palma.
Vampiros, fantasmas, espectros, muñecos malditos, asesinos en serie, animales mutantes y todo aquello que provoque sangre por doquier, solo puedo aguantarlo si lo leo (o como mencioné algunas entradas antes, solo si lo dirige Alex de la Iglesia). El miedo es una sensación física desagradable, en mi caso, aumenta el pulso, no me deja conciliar el sueño y a veces hasta me quita el hambre (en serio)
Librándome del nerviosismo que me provocan los filmes de este género, tengo que cerrar esta entrada con un apunte objetivo sobre el oficio que se necesita para hacer este tipo de películas. Si de espantarme se trata, Wes Craven es un director hábil, que trabaja con buenos dialogos y tiene muy buen ojo para la puesta en cámara (Scream me asusta, pero me gusta)
Durante mi adolescencia, mi tía Lupita me invito al Cine Chiapas (que ya no existe) y yo, chicuela ingenua acepté creyendo que vería Karate Kid o alguna ñoñada de la época. Pero que equivocada estaba. Aquella tarde ví la película más aterradora, al menos de esa etapa de mi vida: Pesadilla en la calle del infierno (Nightmare On Elm Street) Freddy Krueger se convirtió en el protagonista de mis malos dormires (que drama, pero en su momento lo sufrí)
En general, aunque me vea ruda, las películas de terror, horror, acción sobrenatural o cómo las quieran llamar, me alteran. No me gustan los sobresaltos en pantalla y eso de luchar contra algo que tiene superfuerza, poderes extraños o vuela, que además hay que matar con balas de plata, una estaca en el corazón o de plano decapitar.
Anoche vi una de esas peliculitas en las que sabes lo que va a pasar, lo obvio sería que no me causara ningún sobresalto. Sin embargo, me quitó el sueño, con todo y lo chacala que estaba (era bastante mala y los actores pésimos) la cinta en cuestión se llama 30 días en la oscuridad, la protagoniza el soso de Josh Hartnett, a quien recordamos como el boxeador que se queda con la chica en Black Dahlia, otra que está mi top ten de las peliculas prescindibles, es muy aburrida con perdón de Brian de Palma.
Vampiros, fantasmas, espectros, muñecos malditos, asesinos en serie, animales mutantes y todo aquello que provoque sangre por doquier, solo puedo aguantarlo si lo leo (o como mencioné algunas entradas antes, solo si lo dirige Alex de la Iglesia). El miedo es una sensación física desagradable, en mi caso, aumenta el pulso, no me deja conciliar el sueño y a veces hasta me quita el hambre (en serio)
Librándome del nerviosismo que me provocan los filmes de este género, tengo que cerrar esta entrada con un apunte objetivo sobre el oficio que se necesita para hacer este tipo de películas. Si de espantarme se trata, Wes Craven es un director hábil, que trabaja con buenos dialogos y tiene muy buen ojo para la puesta en cámara (Scream me asusta, pero me gusta)
3 comentarios:
me pasa lo mismo. una película de terror (aunque sea lo más chafa) puede generar que salte constantemente del asiento.
Y la puedo recordar con todo detalle a través de los años.
Debo tener cuidado con qué películas de ese estilo veo.
nos leemos.
Hola hermana!
Bueno creo que el drama de la niñez rodeada de espantos sin duda es influencia para tus reacciones, recuerdas cuando dicen que pegaste un grito y estabas dentro de un tambo con agua en la antigua casa de Abuelita Celia??? Bueno, eso dicen por ahi no se si te acuerdes... pero yo soy igual de miedosilla hasta hoy y creo que eso es algo que no se me quitará jeje. Muchos saludos asustadiza hermana!!!
Zoacadiz, es terrible que aunnos quiten el sueño estás películas efectistas. Tendrmos que encontrar la forma de superarlo.
Meka, claro que me acuerdo, he sido miedosilla de lo inexplicable desde pequeña. En aquel episodio del tambo recuerdo haber visto algo terrible (no se qué, pero era horrendo)Asi que es de familia. Te mando un beso y un abrazo. Gracias por leer.
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