martes, 26 de agosto de 2008

Un acto de descubrimiento

No seamos charlatanes y digamos con franqueza
que en este mundo no se entiende nada.
Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.
Anton Chejov
Tengo la esperanza de escribir historias, de todo tipo, con personajes conocidos y misteriosos. Muchas veces no puedo, me acobardo, vuelvo los ojos a mis estantes con ejemplares y nombres inmortales. Leo lo que he alcanzado a garabatear en el día, abandono, suspiro y al final decido entregarme de nuevo a la lectura. Creo que soy mejor lectora que escritora.

Cuando no puedo escribir, dejo a un lado la novela que me acompaña antes de dormir (es curioso, como las narraciones largas solo me sientan bien por la noches) y me refugio en relatos cortos, esos que puedes leer después la comida, en el metro o en un consultorio.

Ayer, tenía exactamente lo que dura una taza de té verde con cassis para echar una ojeada antes de volver al trabajo. Para levantarme el ánimo, tomé un libro que compré en una librería de viejo, de esos que huelen a papel y tinta añeja, que guardan secretos de sus antiguos lectores.

Me decidí por El beso y otros cuentos de Anton Chejov (a quién considero un maestro del relato corto y del texto dramático) como está en la parte de arriba de mi segundo librero (están acomodados por autor en orden alfabético, que freaky) me costó alcanzarlo, pero cada brinco valió la pena (soy una floja, era más fácil acercar una silla pero todo sea por la aventura)

Las narraciones de Chejov no tienen una estructura definida por un climax y una resolución (prescinde del orden aristotélico y confecciona piezas emotivas, más cercanas a la música) más bien son una disposición temática de estados de ánimo e ideas, simbolos e impresiones del mundo.
Al terminar mi té, fui feliz…Aunque después de leer sobre la extraña colección de Misha Kovrov no se antojaran las galletas que había reservado como postre.
Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo. Anton Chejov

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No escribas. Hay más bacterias en el teclado que en el inodoro, o sea, técnicamente es más sucio ser escritor que limpiar baños.
Me antojaste el té.
Saludos desde las entrañas de la tecnocracia.

América Gutiérrez dijo...

Estoy considerando seriamente dedicarme al arte de la limpieza sanitaria. Nos leemos.

zocadiz dijo...

Ser escritor es complicado.
De Anton Chejov intenté leer algo pero la traducción era mala. ¿Qué editorial recomiendas para leer a Chejov?
Yo soy lectora. En mi vida sólo escribí un cuento para un concurso y nada más.
nos leemos.

América Gutiérrez dijo...

Zocadiz, eso de la escritura es todo un tema. Para leer a Chejov te recomiendo tres editoriales españolas: Maldoror Ediciones, Parsifal y Alianza Editorial (son muy cuidadosos con sus traducciones) Si tienes suerte en tu shopping literario y encuentras un tomo que se llama 9 cuentos sin final feliz de Editorial SIRPUS te encargo uno. Saludos.

zocadiz dijo...

Gracias. Buscaré alguno de las editoriales que me dices.
nos leemos