lunes, 5 de mayo de 2008

21 KM

Es de mis lectores conocido que el lunes me causa antipatía, preferiría que la semana comenzara un martes o todos los días fueran viernes. Desgraciadamente en este sistema neoliberal hay que comenzar los lunes, me pregunto si en el socialismo la semana iniciaba otro día.

Regresando a días menos hostiles que este, resulta que este fin de semana, siguiendo mi entrenamiento (obsesivo-compulsivo para algunos e inspirador para otros) fui a Chapultepec para registrar mi tiempo de media maratón, pues el 11 de mayo correré esa distancia en competencia (que nervios, además la ruta está pesada hay varias temibles subiditas de asfalto) Esta prueba es el entrenamiento más importante previo el Maratón de la Ciudad de México en agosto (pues tendré un promedio real del tiempo en que lo terminaré). Buenas noticias, no me desmayé ni volví el estómago. Aunque tampoco romperé un record en mi categoría, pero terminé mis primeros 21, 097 KM en dos horas con dos minutos y veintitrés segundos. Un poco más de 15 vueltas al lago mayor fueron suficientes para completar la distancia.

Pero la resaca de la insolación provocada por en entrenamiento (aunque empecé temprano, dos horas después el sol era despiadado) hace que en mi sueño de la tarde, abunden situaciones disparatadas. Soñé que estaba en un tianguis de autos, de esos que ponen al lado de las carreteras y se suponía que iba a comprar un coche de segundo uso (ahora llamados clásicos) mientras curioseaba los modelos como el plymouth barracuda, se acercó una vieja amiga y me pidió que entretuviera a su compañera de viaje, pues quería un modelo que no lograban encontrar. Y ahí estaba yo en medio de un polvoriento tianguis de coches de Tijuana, platicando con Amy Winehouse (juro que estaba dormida, no pacheca). Lo chistoso es que ella no hablaba español y yo no hablaba en inglés pero nos entendíamos y según recuerdo hasta dulces chiapanecos le ofrecí (suspiros y chimbos, ¡Ah! Ya se me antojaron).
Para no hacerles larga la secuencia de mi Submarino Amarillo con esta creepy estrella tatuada del Brit Soul. Mi vieja amiga, de cuyo nombre no logro acordarme, llegó con uno de estos taxis cocodrilo que por supuesto nunca he visto despierta. Amy pagó con un bonche de libras el favor y me invitó a recorrer Londres por la derecha. ¿Cómo llegamos de Tijuana a Londres? No tengo idea. Quizá cruzamos el atlántico sobre el lomo del cocodrilo. Una siesta reparadora se convirtió en una fantasía musicalizada, sonaba You Know I’m No Good.

Hay momentos en la vida de una persona, en que medio litro de helado puede cambiar por completo la perspectiva del mundo. Las cosas que nos hacen más felices son accesibles y sencillas. Les recomiendo el sabor Cherry García de Ben & Jerry’s

2 comentarios:

Juan Evers dijo...

a casi $50 el vasito, prefiero hacer mi propio helado... y gastar la lana en discos

un abrazo

América Gutiérrez dijo...

Que codooooooooooooooooo. No es barato, pero creo que lo valgo.