jueves, 5 de noviembre de 2009

Se suma un nuevo sonido a las orquestas del día

La música calma las bestias… Y hoy que venía al trabajo en plan de bestia, mientras caminaba sobre Paseo de la Reforma, escuché un hermoso Son que se llama El Amanecer, interpretado con mucho sentimiento por Son de Madera. Técnicamente tendría que estar revisando un guión o escribiendo algo relacionado al trabajo. Pero me permití una pausa antes de continuar con el ajetreo cotidiano, un clima como este amerita un momento de paz.

La frase que da título a esta entrada es mi favorita, sumar algo inesperado a nuestro acontecer, por más sencillo o insignificante que esto sea, es, al menos para mí, una necesidad. Cuentan hasta los postres de tapioca, que probaste en lugar que por distracción ya no recuerdas, pero que con tal de volver a experimentar el bienestar y placer que te causó, estás taladrando la memoria hasta (este fue un pensamiento que no pude sacar de mi cabeza, pensando en cosas insignificantes que me hacen feliz, dónde fue?...maldición)

Empecé a leer un libro de Carver, a quien alguien por ahí lo llamó atinadamente el maestro de los dramas triviales. Disfruto mucho de los personajes que encuentran en una pequeñeces el sentido de su vida, o que no tienen ningún desenlace claro. Situaciones que parecen una foto, pues solo te transmiten el sentimiento del momento y no sabes nada del antes o el después.

Es bueno organizar el día para trabajar, leer y escuchar música.

Creo que eso le trajo el nuevo sonido a mi orquesta del día…Solo me dirá tu oído, que sorda es la lejanía…

lunes, 2 de noviembre de 2009

Calabacita tía


Somos angelitos
Del cielo bajamos
Pidiendo limosna
Para que comamos

(suenan botes llenos de piedras, a veces panderos o campanas en estruendoso acompañamiento)

¡Calabacita tíaaaaaaaaaaaaa!!!

Cuando nos iba bien, alguien de la casa se asomaba, prendía la luz del zaguán y todo gritábamos con emoción: ¡Que viva la tía !!!
La tía salía por lo general con calaveritas de dulces, bolsas de colación y cuando mejor nos iba, calabaza, higos o tejocotes en miel con canela.

Pero cuando la luz no se encendía, los botes llenos de piedras y otros instrumentos para hacer ruido se acompañaban de una frase cuya dureza no entendía a los 7 años. Si no había respuesta ni dulces, el coro infantil gritaba sin piedad: ¡Que muera la tía!!!

De esto hace más de veintitantos años y sucedía en mi pueblo, hoy no sé si los niños siguen cantando el viejo verso, si se alegran con los dulces o piden dinero. Mi celebración favorita sigue siendo el día de muertos, adoro el color y el aroma del cempatzuchil, las ofrendas, el delicioso pan. La lunas de octubre que se roba noviembre.

No había podido escribir, por el trabajo, la enfermedad de mi perro (que ya esta mejor pero me hizo pasar tremendo susto) y porque quería postear hoy 2 de noviembre, todosanto como dice mi abuelita. En 15 días cumplo 32 años y quiero empezar a celebrarlos desde hoy.