viernes, 23 de enero de 2009

Próxima estación

La simple idea de trasladarse de un punto a otro en esta ciudad puede ser un calvario o un espacio de ocio creador (siempre y cuando uno no maneje) Los recorridos suponen una especie viaje. No importa si se trata del lugar en el que siempre has vivido. Todo desplazamiento representa descubrimiento. Por eso creo muy importante mantenerse en movimiento (teórica y literalmente)

Hoy decidí hacer una larga travesía en metro (no pienso perder cuatro horas de mi vida al volante en medio del tráfico) preparé mi kit del viajero citadino (aquel que cruza la ciudad por remuneración económica)
  • iPod en la bolsa derecha de la chamarra, prendido y en aleatorio para no sacarlo innecesariamente.
  • Libro en la bolsa delantera de la mochila.
  • “lonche” yogurt, agua, fruta y sobras varias.
  • Un sueter y si es necesario hasta bufanda (Ma, lo entendí casi 15 años después puedes estar orgullosa)
  • Una bolsita con cepillos de dientes, pasta dental, carmex, crema para manos y pañuelos desechables (neta)
  • Lentes de sol, para el tramo de caminata (y no perder el estilo)
  • Tenis (a veces el calzado marca la diferencia entre un buen y un mal día)
  • Monedas y tarjeta del metro en la bolsa delantera de los jeans.
Estoy a tiempo en mi recién estrenado trabajo. “La mano de la buena fortuna” de Goran Petrovic, es la lectura más acertada que pude elegir para mi nueva ruta. Es viernes y el clima va mejorando. El aroma de te verde con naranja inunda mi escritorio y voy recuperando energía con las sobritas de la semana. Hay días en los que sonreír es más fácil aunque no pase nada especial.

miércoles, 21 de enero de 2009

Mala costumbre

Estaba mal acostrumbrada a que mi trabajo estuviera a menos de un kilómetro de casa. Salía con 15 minutos de anticipación, tenía tiempo de pasar por un jugo y de pensar en todo aquello que de un momento a otro aparecería escrito en este blog. 

Aunque mis asesores había recomendado que descansara este mes, no les hice caso (que raro, dirán desilusionados) y tomé un proyecto que durará tres meses. Así que ya estoy trabajando, en un lugar bastante entretenido y para algunos “glamouroso” Cómo no quiero entrar en detalles sobre este proyecto “quiquis” cómo lo llamaría Juan Evers, les cuento que frijol en el arroz de esta chambita temporal es que tengo que viajar a Polanco. 

Esta travesía harto cansada para una ciudadana del sur (del país y del DF) resulta desesperante. Había olvidado lo que significaba manejar el periférico a las antes de las 9 de la mañana (con un coche estandar, o sea que el esfuerzo es físico y mental) la radio (90.9 o 105.7 a ratos) hace que el trayecto se más leve.

Maniobrar, ajustar los espejos, encomendarse al señor para que el conductor de atrás note las intermitentes y permita que te estaciones en el único lugar disponible. Quizá estoy exagerando, siempre he tenido mucha suerte con estas cosas prácticas. Lo tomaré con filosofía o probaré con el metro ( la bicicleta hasta acá sería suicidio).

He experimentado malos días, pero han sido más los buenos. He conocido personas muy agradables, aunque claro como en toda caja de cereal nunca falta una sorpresa. La balanza está equilibrada, eso es lo importante. 

PD. Me pone de buen humor escuchar a Santogold. Ya quiero empezar mis clases de batería, tener las baquetas “pro” (L gracias por regalármelas) inmaculadas y vírgenes me provoca ansiedad. Ya llegará mi tiempo de “make some noise”.