miércoles, 9 de julio de 2008

La extracción de la piedra de la locura

En estos tiempos, mucha gente ha perdido la esperanza y con tal de recuperarla, es común que la mayoría busque soluciones “mágicas” o “extrasensensoriales” como lectura de lo que sea, el apoyo de videntes, chamanes o supuestas pitonizas que prometen solucionar sus males y cambiar su suerte. ¿Ignorancia? ¿Fanatismo? Yo no juzgaría tan a la ligera.

Creo que es cuestión de opciones. Quiza recurrir a cualquier método para conocer el futuro suene ridículo en la era de la nanotecnología. Pero si volteamos hacia buena parte de la población en extrema pobreza o alta marginación. Son ellos, quienes acuden a estos dudosos oráculos para conservar lo último que les queda de fé o recuperar la confianza en si mismos y en lo que los rodea. Ingenua adquisición de una certeza; unas monedas (billetes en muchos casos) para escuchar que en el futuro no les puede ir peor.

Hoy vi a una mujer entrando a uno de esos consultorios esotéricos que dan más miedo que risa. Su rostro con profundas ojeras, cabello recogido y actitud de sufrimiento, se quedaron grabados en mi memoria. Cuando desapareció detrás de aquella puerta destartalada, puse atención en lo que el “consultorio” ofrecía:

Consultorio Esotérico Orishas
Ayuda en los problemas de amor, laborales, mal de ojo.
Lecturas de tarot, runas, cuarzos, arena, agua y café turco.
Amarres, hechizos y endulzamientos

El título de esta entrada es el nombre del siguiente cuadro:

Un supuesto cirujano opera a un paciente extrayéndole la “piedra de la locura”. El Bosco expone las creencias populares que permiten a sinvergüenzas aprovecharse de la gente. Hieronymus Bosh, nació hace muchisimos años, creo que más de 500; en un lugar muy lejano a nuestras tierras. Pero la mujer desesperada entrando a ese consutorio, me hizo recordar esta extraña pintura del Bosco. Imágenes sobre la humanidad que provocan estados de ánimo inquietantes (sino, recuerden el Jardín de las Delicias o la Nave de los Locos)

Ojalá que la mujer haya resuelto su problema (cualquiera que este sea)

Solo los imbeciles no cambian nunca de opinión. Jacques Brel

lunes, 7 de julio de 2008

Nada por aquí... Nada por allá

Hoy no es mi día (para variar), pero aun así trato de mantener el buen humor en este fangoso (literalmente lodoso) mundo.

Me he dado cuenta de que en el trabajo más que ser eficiente conviene ser mago. Y con esto no me refiero a la charlatanería y al engaño sino a la destreza, habilidad y precisión que aconsejaba el buen Houdini.

Un verdadero ilusionista prestidigitador presume que la mano es más rápida que la vista. Sigo practicando, soy una humilde aprendiz (similar a Mickey en el episodio de Fantasía, poca magia y mucho desastre) la vista sigue siendo más rápida.

Más allá del truco de la chistera, las cartas o alguien cortado por la mitad. He llegado a la conclusión de que para salir adelante en el terreno laboral habrá que utilizar artes, conocimientos y prácticas contrarias a las leyes naturales conocidas.

En días como hoy, no me vendría mal disponer del gorro de Merlín, la resistencia de David Blaine o por lo menos la espectacularidad en desapariciones de la que presume David Copperfield.

Por lo pronto escoge un naipe...
No me lo muestres, regresalo al mazo...
Tu carta es...
Si esa...
¡No lo puedes creer!
Entonces ya estoy mejorando.